martes, 3 de abril de 2012

¿Por qué necesito este grupo?

Desde que tengo uso de razón he sufrido por amor. Las relaciones de pareja que he mantenido, una después de otra (en ocasiones se han sucedido en menos de 24 horas), me han traído a un estado de depresión cada vez más profundo. La última por poco no acaba con mi vida, y no sólo hablo de la vida física sino también de la vida anímica. Abrir los ojos cada mañana solamente para descubrirme en una vida que no valía la pena ser vivida... porque Él ya no está conmigo. Me adelgacé 21 kilos en un par de meses. Vi como la calavera se empezaba a intuir en mi rostro. Supe entonces que ya no había marcha atrás, me había muerto, me había muerto por dentro.

Esta patología no se manifiesta siempre de una manera tan obvia y compulsiva, a veces se mueve de una manera callada y sorda, a veces incluso en la relación con un compañero de piso, una amiga o un profesor, y sin duda es en estos casos cuando es más difícil detectar y reconocer el problema. Es curioso que cuando he hablado sobre la creación del grupo con amigos, que claramente presentan síntomas de dependencia, la reacción ha sido reírse o no tomárselo seriamente. Pero he visto como amigas perdían la cordura de tan desesperadas como estaban, o han tenido que aguantar humillantes infidelidades en sus propias narices. Pero sobre todo he tenido que enterrar amigos por este tema, así que a día de hoy no me queda ninguna duda que “amar demasiado” mata.

Mientras que sí existe el alerta social sobre otros tipos de dependencias (alcohol, drogas, comida, juego...) y se disponen de medios para su tratamiento, la adicción a las relaciones, al ser poco visible, no se considera tan alarmante. Uno se ve en la obligación moral de reponerse inmediatamente, porque ya se sabe, un clavo saca otro clavo, y así acaba repitiendo una y otra vez el mismo error. La misma herida se abre una y otra vez, y de esta manera, con el corazón sangrante, la persona se va muriendo por dentro.

Es cómo cuando tienes hambre e imaginas platos de comida. La imaginación, las imágenes del deseo, estén depositadas ayer en Pepe, hoy en Juan, y mañana en Pedro, sólo terminan produciéndote más hambre, pero no la sacian, porque nunca se atiende al hambre real, nunca se atiende al vacío, a la necesidad, que es lo único con la cual podemos trabajar. Por el contrario, siempre intentamos llenar el agujero de fuera a adentro, poniendo parches, que cuando invariablemente la realidad nos los arranca dejan nuevamente la herida abierta, fresca, sangrando dolorosamente. Sin duda, la única manera de atender verdaderamente este sufrimiento es mirar de sostenerlo en un movimiento de dentro afuera, y esto supone ser consciente de la patología, responsabilizarse de ella y tomar las medidas necesarias para tratarla.

El problema, el gran problema que tenemos los dependientes, es que no nos damos cuenta, no lo aceptamos, ni la patología ni su gravedad. Así que este fin de semana me volveré a vestir sexy para salir a ligar con otros chicos, intentando disimular que no me estoy divirtiendo en absoluto, intentando disimular que para mí esto es una cuestión de vida o muerte. Necesito estar con alguien, en caso contrario agonizo, me hace falta el aire y siento un terrible vacío por dentro que me desespera de angustia. Por eso cuando estoy en la discoteca no solamente ofrezco mi cuerpo, sino a mí mismo, como si se tratara de una venta de esclavos, porque no soy libre, es más, la libertad me resulta aterradora, así que fabulo con las ataduras, vínculos, enlaces y uniones, con la pareja perfecta, la casa perfecta, la familia perfecta... Deseo entregarme a alguien para no tener que afrontar mi vida, esta vida que a mí me parece mediocre.

Pero alguna vez que he tenido el valor de afrontar el problema, me he preguntado: ¿Y por qué tener que estar con alguien? ¿Por qué anteponer siempre al otro? ¿Por qué siempre me tengo que someter y hacerlo todo por miedo? ¿No podría ser que aquello que tanto añoro ya esté presente en mi vida? ¿No podría ser que yo ya fuera una persona completa en lugar de estar buscando siempre la media naranja? ¿No podría ser que yo realmente tuviera la libertad de escoger si quiero estar con alguien o no? Y entonces, sin la ansiedad de lanzarme a los brazos del primero que me guiñe el ojo ¿no podría optar por mantener auténticas relaciones de intimidad y respeto?... Ahora mismo tengo demasiado miedo para poder amar de una manera franca y desinteresada, pero sería precioso poder hacerlo.

Este llamamiento es para todas las personas que sufren por amor y que estén interesadas en formar parte de un grupo de apoyo.

Para contactar con nosotros podéis dirigiros a la web del Centro Amor y Familia en la pestaña de Contacto.

1 comentario:

  1. Vamos allá... que las cosas cuando se encuentran será por algo. Eres muy valiente.

    ResponderEliminar