martes, 4 de diciembre de 2012

El compromiso real

Pese a los grandes avances de la ciencia, ante la angustia emocional o existencial no existe un paliativo verdaderamente eficaz. Los que han optado por la medicación muchas veces advierten que el efecto anestesiante no resulta en un desahogo efectivo de la libido. Esto es: adormecen a la bestia, pero no dialogan con ella ni la interrogan sobre el sentido de su presencia.

Cualquier explicación que uno se pueda dar dentro de su propio sufrimiento suele generar más y más sufrimiento pues se piensa dentro de la creencia generada por el propio mito personal, que sostiene este sufrimiento y para el cual el sufrimiento existe. La única solución es aprender a desconfiar, poner en remojo nuestras convicciones, para que poco a poco podamos desprendernos de él, como una piel de serpiente, en el sentido de que ya no sea más necesario pues a sido atendido y comprendido. El camino para llegar a esto es harto oscuro (depresión, tristeza, melancolía...). Pero uno se imagina este "camino oscuro" como una situación ante la cual yo realizo una acción visiblemente heroica, en un movimiento hacia afuera que reivindica mi convicción interior. Pero eso es caer en el mismo error, pues la batalla no se realiza fuera sino adentro. Si lo pensamos veremos que la palabra "oscuro" nos remite a algo oculto, que acontece entre las sombras, que no es visible, y por lo tanto, a una experiencia íntima, donde además, estamos solos. Sí, la auténtica batalla se desarrolla en la más austera soledad, o sea, en los pensamientos privados que ocupan nuestra mente y a los que damos legitimidad cuando bajamos la guardia. En el caso de la dependencia los percibimos como voces de queja, de rabia, de desconfianza, de justificación, de excusa, que nos invaden desautorizando un auténtico gesto de confianza hacia lo que podría haber más allá, o sea, la auténtica salida de lo "oscuro".

En el caso de la adicción a las relaciones, la falta de compromiso de la persona a quién amamos y que no nos corresponde, y que por tanto nos hace sufrir, no sería sino nuestro propio reflejo de una falta de compromiso real con nosotras mismas. El grupo de apoyo, como en una relación terapéutica, asume un papel de transferencia en el cual cada una se proyecta y ya no se trata más del grupo sino de ti. Entonces una escribe al grupo, asiste al grupo, se entusiasma con el grupo, se compromete con el grupo, y tras este primer paso en el que obtiene el subidón por la ficción de una conquista personal, viene el desencanto y, en el momento de la verdad, emerge la falta de un compromiso real, que es precisamente el punto de partida del trabajo a realizar y el objetivo único del grupo. Es justamente al reconocer que, en la acción, hacemos con el grupo aquello que, en la palabra, nos quejamos de los demás, cuando toma sentido la función de pertenecer a tal, pero es desgraciadamente cuando se llega a este punto crucial que muchas personas (se) abandonan.

Voy a explicar a continuación la experiencia personal que me llevó a hacer esta reflexión:
El fin de semana pasado, el sábado, la misma tarde de la reunión, yo había recibido una llamada personal que me dejó muy trastornado. Entonces cuando me preparaba para irme me encontré con mensajes de chicas que en el último momento habían decidido no asistir al encuentro. En ese momento fue cuando se libró la batalla en mi interior, y perdí. Me doblegué ante las voces de las que hablaba antes: "¿No ves que les da igual el grupo? Es una tontería lo que estás haciendo, cada una va a lo suyo, lo mejor es que pases de todo tú también y te quedes en casa cuidándote, qué bastante tienes con lo tuyo ¡qué se busquen la vida!". Así que por mi lado escribí un mensaje a las restantes para decirles que íbamos a estar solos (mentí) y que había decidido posponer la reunión (todo esto ¡una hora antes de su celebración!). Me daba igual todo, pues yo había decidido que daba igual. Pero de repente empezó a sonar mi móvil: Eran las chicas a las que había escrito, sorprendidas porque una se estaba preparando para salir, y la otra... ¡¡ya estaba ahí!! Le repetí mis excusas y finalmente me dijo: "Bueno, no te preocupes... no importa". Y es entonces cuando me di cuenta del error que estaba cometiendo, y le (me) dije: "¡Sí importa!". Todo, absolutamente todo el trabajo que había hecho en este grupo y en este blog no tenían el más mínimo sentido si ante esta prueba clave le daba la espalda y reconocía que lo que me pasa no es tan importante y no importa. Así que, vestido como iba, cogí la bici y bajé rodando hacia nuestro punto de encuentro.

Fue una reunión muy especial, porque me sentí francamente sostenido por las mujeres que ahí estaban. Me di cuenta de que yo no era tan importante, sino la voluntad que (no la mía, sino a través de nosotras) se estaba mostrando. Esto me recuerda el caso del efecto Madre Teresa de Calcuta: En la facultad de medicina de Harvard, el doctor David McClelland estaba estudiando el impacto que el amor tiene en la salud física. Para ello a estudiantes universitarios se les midió los niveles de inmunidad antes y después de ver un corto. El film mostraba imágenes de la Madre Teresa y sus misioneros de la caridad satisfaciendo las necesidades de personas pobres y necesitadas. Después de verlo los niveles de inmunidad habían aumentado significativamente en todos los estudiantes de la prueba, incluso en aquellos que informaron de sentimientos negativos hacia la Madre Teresa, considerando que era demasiado religiosa. Los detractores que se quejaban de que podría haber sido menos conservadora y más vanguardista, se dieron cuenta de que había fuerza en sus acciones, pues ella no hablaba de ello, lo hacía.

En el grupo lo más importante no es lo que uno dice, ni siquiera tener algo que decir, ni como te vas a presentar ni nada de esto, sino cumplir con el compromiso, pues ya no se trata del compromiso con el grupo, sino del compromiso contigo misma. Es cierto, aunque ese día no hubiera venido absolutamente nadie y sólo hubiera estado yo, el hecho de asistir y cumplir con mi compromiso, reconocer su importancia, decirme, no con palabras sino con hechos, "sí, tu recuperación es necesaria, mereces estar bien, aquí tienes a alguien (tú mismo) que te está mostrando que quiere que así sea", es lo más valioso (ver vídeo, un fragmento de la película "Angel-A" de Luc Besson).



Aquí, y solamente aquí, reside la auténtica fuerza, la fuerza que sólo aparece cuanto la tuya, tu pequeña e inconstante voluntad, que quiere lo que quiere, pero que rara vez quiere lo que se quiere en ti, se echa a un lado. Esta fuerza que te sostiene sin necesidad de tus aspavientos, pues no necesita de tu esfuerzo para ser sostenida, pues ella misma, sin necesidad de nada, se mantiene en pie, pues ella es LA verdad, son los hechos. ¿Qué miedo ante algo así, verdad? Porque ya aquí el ego y la ficción personal no tienen nada que hacer.

Para terminar, quisiera invitaros a la reflexión a través de este extracto de "Four Quartets", del poeta anglo-estadounidense T.S. Eliot:

"Para llegar desde donde no estás, tienes que ir por un camino donde no hay éxtasis. 
Para llegar a lo que no sabes tienes que ir por un camino que es el camino de la ignorancia. 
Para poseer lo que no posees tienes que ir por le camino del desposeimiento. 
Para llegar a lo que no eres tienes que ir por el camino en que no eres."

© Sergi Ferré Balagué

4 comentarios:

  1. Soy una de las personas que está en el grupo y últimamente no he asistido. Leer este blog y también las respuestas que me ha dado Sergi cuando he escrito me han ayudado enormemente ha profundizar en mí,me he dado cuenta que iba de "salvadora", creyendo que tenía que aconsejar,ayudar a otros y ahora se que soy tan sólo una más,tengo mis cualidades que me hacen única como cada persona tiene las suyas propias y a la vez soy igual que los demás, ni más ni menos.Esa es la verdadera humildad.Así que lo mejor que puedo hacer por mí es "reconocerme",reconocer mis luces y mis sombras.Lo mejor que puedo hacer por el otro es reconocer sus luces y saber que es muy capaz de trascender sus sombras. En mi caso no asistir a las reuniones últimamente es señal de que he avanzado, antes me hubiera forzado a ir aunque hubiera estado agotada y ahora me digo: "eres una más,entra dentro de tí, qué sientes hacer hoy, sientes ir o lo haces por "compromiso"?
    Fue revelador para mí el comentario en este blog de Sergi llamado "no siento lo que siento".
    Mi compromiso lo tengo, el de mi sanación emocional pero el tema del compromiso de grupo me cuesta, quizás es inmadurez o miedo al compromiso...atarme a algo, cuando "me ato" tengo que cumplir con ese compromiso si no me apetece? entonces no sería fiel a lo que siento...y si siento no ir ese día?
    un abrazo y adelante con el blog, sus contenidos son muy interesantes.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En el texto no me refiero a TENER que comprometerse, sino a asumir la responsabilidad cuando uno decide hacerlo y así lo manifiesta.
      Si como dices, "cuando 'me ato' tengo que cumplir con ese compromiso [que] no me apetece" ¿por qué te comprometes?
      Si dices que vas a hacer algo y luego ser "fiel a lo que siento" te lleva a incumplir el pacto ¿se trata de "sanación emocional" o de no tomártelo en serio?
      Hacer el camino siempre es muy distinto a imaginarlo.

      Eliminar
  2. A veces incumplir el pacto es bueno, puede que tengamos un día un compromiso que cumplir y ese día sintamos, escuchando a nuestra esencia, que no tenemos que ir....me pasó hace poco: los domingos suelo reunirme con un grupo,el domingo pasado estaba cansada y decidí no ir, me escuché a mí misma, entendía que necesitaba descansar y sabía que el grupo seguiría sin mí ( para mí con que hayan dos personas ya hay un grupo y ya es provechoso). No se trataba de mi ego que me estuviera hablando (o sea, no era pereza, ni miedo ni dejadez) sólo me escuché y sentí quedarme en casa descansando. Pues bien,después supe que la reunión había sido anulada en el último momento. Si me hubiera forzado a ir sin respetarme a mí misma, estando cansada como estaba y hubiera ido por sentido del deber me hubiera sentido estúpida y resentida "he venido con tanto esfuerzo y me he encontrado con la puerta cerrada". El mayor compromiso que podemos adquirir es con uno mismo, el compromiso de escucharnos en cada momento, sentir nuestra esencia y después actuar en consecuencia. ¿escucho a mi cabeza o escucho a mi corazón? el corazón no engaña.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Las reflexiones pierden peso cuando se las interpreta al pie de la letra, pues eso muestra que no se las ha entendido y uno esta más preocupado en justificarse que en aceptar el reto que plantean. En este artículo no hago una apología a ultranza de que una tenga que cumplir con un compromiso en concreto, no estoy hablando de "lo que se debería hacer", demagogia que por otro lado nos encanta a los dependientes, porque así uno se limita a bailar la conga con los demás y no ha de tomarse el engorroso trabajo de pensar.

      Pero hagamos el esfuerzo: pensemos. Hay algo que me llama poderosamente la atención de tu comentario: JUSTIFICAS tus actos, lo que TÚ decides, con las decisiones que adoptan LOS DEMÁS. Es curioso que esto pase en un blog sobre dependencia, pues muestra claramente como uno se reafirma en ese cuento de que si lo hace la mayoría es que es bueno. Es curioso que no muestres ni el más mínimo agravio porque esta reunión se haya cancelado a última hora(!), y más bien te parece oportuno porque así autoriza tus pocas ganas de ir. ¿Dónde está tu determinación? ¿dónde te colocas tú en todo esto? Como decía la Madre Teresa: "Lo que te costó años en construir, puede que alguien te lo destroce en una noche; De todos modos, constrúyelo (...) Porque en el análisis final, te darás cuenta que el asunto es solo entre tú y Dios; Ya que en todo caso, jamás fue un asunto entre tú y ellos."

      En mi texto exhorto a abrir los ojos y mostrar que hechos son amores y no buenas razones. Tus palabras son "sentir nuestra esencia" y "el corazón no engaña", y los hechos: No fuiste. Piénsalo. Quizás tu corazón no está ahí, o al menos eso espero, porque sino qué feas tus palabras al llamar "estúpida y resentida" a la que sí se toma el esfuerzo de cumplir. Me parece mucho más amorosa una frase que precisamente tú utilizas para mostrar lo absurdo de comprometerse: "he venido con tanto esfuerzo y me he encontrado con la puerta cerrada". Eso sí que me hubiera conmovido y ante esto me quito el sombrero. Lo otro solo me parecen bonitas palabras que uno se cuenta, pero que al menos a mí no me interesan nada.

      Eliminar